La hija de Adam Sandler ya es una estrella de la comedia: por qué no te puedes perder su película en Netflix

Sunny Sandler hace sombra a su padre en “¡No estás invitada a mi bat mitzvah!”, una ingeniosa comedia adolescente sobre la amistad y los primeros pasos hacia la vida adulta.

¡No estás invitada a mi bat mitzvah!

Adam Sandler, esa estrella con carisma suficiente para hacer reseñable hasta la comedia más mediocre, disfruta trabajando en familia. Su mujer, la actriz Jackie Sandler, se ha dejado ver en más de 30 de sus películas y sus dos hijas, Sadie y Sunny Sandler, han aparecido en una veintena de ellas. Sin embargo, ¡No estás invitada a mi bat mitzvah!, su última comedia para Netflix, es la confirmación actoral de su hija Sunny.

A sus 15 años, la pequeña del clan Sandler es la protagonista absoluta de esta afinadísima apuesta ‘coming-of-age’, basada en la novela de Fiona Rosenbloom. La historia, a medio camino entre La noche de las nerds y Are You There God? It’s Me, Margaret, sigue a Stacy Friedman, quien, en plena preparación para su esperado bat mitzvah, ve cómo su vida se desmorona cuando su mejor amiga, Lydia (Samantha Lorraine), empieza a salir con el chico que le gusta.

Sunny Sandler brilla al frente de un proyecto en el que el apellido Sandler copa los créditos: Adam Sandler también da vida a su padre en la pantalla y Sadie Sandler, su hermana en la vida real, también lo es en la ficción. En cuanto a su madre Jackie, interpreta a la progenitora de Lydia. Pero no nos confundamos; este es el bat mitsvá de Sunny, su lanzamiento al estrellato, y la joven se gradúa con honores.

¿Qué dice la crítica?

Hace unos meses, se reavivaba la polémica en torno a los llamados ‘nepo babies’, retoños de celebrities que, respaldados por sus apellidos, se labran una carrera similar a la de sus afamados familiares. Y, sin embargo, el talento, heredado o no, facilitado o no, de estrellas recientes como Dakota Johnson, Maude Apatow o Maya Hawke es incuestionable.

Pues bien, hay una nueva ‘nepo baby’ en Hollywood y ha heredado la gracia y la capacidad de hacer que te caiga bien de su padre. Sunny Sandler, hija pequeña de Adam Sandler, encarna, como su progenitor, a esa mejor amiga patosa, a esa personal ‘normal’ con la que te sientes identificado al instante.

Ella es la estrella absoluta de ¡No estás invitada a mi bat mitzvah!, la nueva comedia adolescente de Netflix, un astuto relato ‘coming-of-age’ sobre la amistad en tiempos de cambios físicos y estructurales (las primeras menstruaciones, los primeros amores, el divorcio de unos padres), pero también un certero retrato de la generación centennial que hereda la frescura, el desenfado y la emotividad de La noche de las nerds.

La celebración del bat mitsvá de la protagonista sirve como excusa para hablar de los miedos e inseguridades de juventud, así como de las agallas y las legítimas emociones a flor de piel de esa época de nuestra vida en la que los ‘crushes’ no correspondidos eran el fin del mundo, las venganzas se servían muy calientes y el autoconocimiento se sustentaba en la búsqueda de validación externa.

En un clima tan salvaje y tan familiar para todos (poco importa que no seamos judíos ni centennials), Sunny Sandler consigue que nos apiademos de esa Stacy por momentos insoportable, enrabietada, frustrada, siempre vivaz, tan humanamente defectuosa que bien podría ser cualquiera de nosotros. Es una interpretación atrevida, desprejuiciada y madura, perfecta sintonía entre comedia y emoción.

El mejor aliado de Sunny es su progenitor dentro y fuera de la pantalla, un Adam Sandler despreocupado pero presente que va en pijama al cine y se horroriza con el DJ de moda, un ‘boomer’ encantador y tierno que solo entra en escena para potenciar a su hija. Aunque la ‘robaescenas’ por la que apartamos la vista del tándem Sunny-Adam es Sarah Sherman, excesiva y tremendamente divertida en su cinta de correr.

Cuando uno ve el apellido Sandler multiplicado por cuatro en una comedia de Netflix, que además produce Adam Sandler, puede caer en la idea errónea de que esto es otra excusa para el lanzamiento injustificado de algún ‘hijísimo’. La clásica comedia ‘zona de confort’ vaga, perezosa, que olvidaremos nada más salir los títulos de crédito porque, por lo general, este tipo de propuesta tiende a no aspirar a más.

Sin embargo, ¡No estás invitada a mi bat mitzvah! resulta desafiante y sugestiva, un reivindicable viaje iniciático dentro de la comedia de instituto, un gozoso y entretenido retroceso a la adolescencia. Y sí, también es una merecidísima presentación en sociedad de Sunny Sandler. Ella es pura comedia y corazón; su apellido es lo de menos.