La serie más exitosa de todos los tiempos llegó a su fin la noche de ayer. No hay más “Domingots” en el horizonte y los fanáticos se han quedado con un sabor agridulce por una temporada que no cumplió las expectativas y que cerró, de manera apresurada, una aventura que comenzó hace diez años.
Comparando “El trono de hierro”, como se tituló el episodio de anoche, con el resto de la octava temporada podríamos decir que fue el capítulo menos decepcionante de todos. Y es que, de la manera que se plantearon los sucesos a lo largo de las últimas dos temporadas -que serán recordadas como las más flojas de la historia- quizás el desenlace sea el más esperable si consideramos como se desarrolló la línea argumental elegida.
Sin embargo, eso no quita el hecho de que la serie no haya logrado entregar el final que nos merecíamos. Atrás quedaron las teorías y las especulaciones, el trono de hierro ya no existe y Westeros ya no está conformado por siete reinos sino por seis.
Parece que los grandes ganadores del “Juego de Tronos” terminaron siendo los Stark. Con uno de ellos como legítimo monarca de los seis reinos y una reina en el norte, los Stark que parecían condenados desde el principio, terminaron quedándose con todo.
Daenerys se queda con las manos vacías y la casa Targaryen, tras resistir durante años, queda extinta para siempre. El trágico final de la madre de dragones le hace honor a una de las profecías planteadas a lo largo del show. En ella se aseguraba que el Azhor Ahai -Jon Snow- atravesaría el corazón de su amada Nissa Nissa -Daenerys Targaryen- para forjar a “portadora de luz” la espada que lograría desterrar la oscuridad y acabar con la larga noche. Y así salvar a la humanidad
La profecía se cumplió de una manera inesperada, colocando a Daenerys Targaryen en el papel de villana y principal amenaza para la humanidad. Una megalómana, tirana, incluso más cruel que Cersei.
Dejando de lado el irreversible pero sin lugar a dudas apresurado y mal construido desenlace de la madre de dragones, hubo otros personajes cuyos cierres no estuvieron a la altura de lo que los fans esperaban.
El final de Jon Snow -quien nunca será Aegon Targaryen- es sin duda uno de los más insatisfactorios. Y así el héroe también lo perdió todo. Y ni siquiera pudo recuperar su identidad. Despojado de un poder que no anhelaba, de su apellido y su identidad y tras ver morir a las dos mujeres que amó -en cuyas muertes él, además, ejerció un rol central- lo único con lo que Jon podía desear era una vida pacífica en el norte con su lobo….
Bran Stark, aquel personaje con tanto potencial y que se fue pinchando a lo largo de las temporadas, que terminó teniendo una actuación para nada espectacular en la batalla contra el ejército de los muertos, termina ocupando el trono de hierro. ¿Para eso se preparó todo este tiempo entonces? Al parecer si.
A Arya Stark parecía movilizarla sólo su deseo de venganza entonces, cuando ya no le quedaron nombres en la lista, decide partir a descubrir nuevas aventuras y cual Cristóbal Colón ir a explorar el mundo.
Más justo pareció ser el destino de Tyrion y de Brienne, e incluso el de Bron. Sin embargo, y más allá de la miríada de sentimientos encontrados que esta última temporada ha generado, “Game of Thrones” será recordada como la serie que inauguró una nueva era en la historia de la televisión. Y la octava temporada no podrá empañar lo intrincado del argumento, del desarrollo del mundo y de los personajes que conocimos a lo largo de más de diez años.
Ahora nuestra guardia ha terminado