Uno de los grandes exponentes de lo que se conoce como literatura sureña -en acepción a aquella que refleja las problemáticas propias de los estados del sur de Estados Unidos- cumpliría en el día de hoy 122 años.
William Faulkner es, sin lugar a dudas, una de las voces más destacadas de la literatura del siglo XX. Nacido un 25 de septiembre pero de 1897 en New Albany, Mississippi, este poeta, dramaturgo y novelista norteamericano fascinó en primer lugar a los europeos. En el año 1949 obtuvo el Premio Nobel de Literatura y a partir de allí, esa fascinación se mudó del viejo continente y se expandió por el mundo entero.
Su influencia en la historia de la literatura es tal que dos de los autores latinoamericanos más renombrados reconocen a la obra Faulkner como fuente de inspiración. Así lo han declarado Gabriel García Márquez en su obra autobiográfica “Vivir para contarla” y Mario Vargas Llosa en sus memorias tituladas “El pez en el agua”.
Faulkner, asimismo, se valió de la corriente más innovadora de la literatura europea como James Joyce, Franz Kafka y Virgina Woolf, para escribir alguna de las obras más memorables que ha dado la literatura en toda su historia.
Su Mississippi natal se refleja en las temáticas que atraviesan, como hilos conductores, toda su producción narrativa. El tránsito de esa sociedad arcaica y rural a una moderna, las problemáticas raciales, clasistas, la violencia, los problemas asociados al mundo rural y al retraso económico son alguna de las temáticas más recurrentes en toda su obra.
Debutó como escritor en el año 1926 con su novela “La paga de los soldados”. Sin lugar a dudas, su obra más notable -y la más leída por cierto- es “El sonido y la furia” (o “El ruido y la furia”, según la traducción), que vio la luz en el año 1929.
Faulkner también escribió numerosos cuentos y relatos recogidos en “Relatos”, una selección hecha por la editorial Anagrama.
Su lectura, desafiante por momentos, se convierte en un hecho indispensable para cualquier amante de la buena literatura. Pasear por las tierras del condado imaginario de Yoknapatawpha -donde transcurren buena parte de sus novelas- es una aventura que todo lector debería experimentar al menos una vez en su vida.
