“El teatro puede tratar estos temas, sino parece que tienen al cine como destino exclusivo”

La inquietante obra de la directora Corina Fiorillo y Carla Moure “Jazmín de invierno”, sobre el secuestro de una niña obligada a convivir con sus captores puede verse los fines de semana en el Cultural San Martín

La premiada directora Corina Fiorillo y Carla Moure en dramaturgia son las hacedoras del thriller social “Jazmín de invierno”, sobre el secuestro de una niña obligada a convivir con sus captores, con producción de Pablo Culell (Underground), y puede verse los fines de semana en el Cultural San Martín.

Fiorillo, la única mujer ganadora de un Premio ACE de Oro, una de las dueñas de la sala independiente El Ópalo, se define como miembro del club de las “hormiguitas laboriosas”.

 

 

Para muestra bastan las puestas que tiene en cartel en distintos circuitos: “El vestidor”, comedia dramática de Ronald Harwood, con Arturo Puig y Jorge Marrale en La Plaza, mientras que en en el espacio alternativo Timbre 4, dirige dos autoficciones del talentoso uruguayo Sergio Blanco: “La ira de Narciso,” y “Tebas Land”.

El drama intimista “Nerium Park”, del catalán Josep María Miró, con Claudio Tolcachir y Paula Ransenberg también puede verse en esa sala de Boedo y la lleva esta semana a Colombia donde realizará una nueva puesta de la pieza en el Teatro Nacional.

Junto a la bella Moure (pareja de Sebastián Ortega, líder de la productora Undergorund) desde hace casi dos años comenzaron a trabajar sobre “Jazmín de invierno”.

La historia está construida a partir de hechos reales, con la actuación de Silvina Bosco, Roberto Vallejos y Roco Sáenz junto a Maite Lanata, quien se destacó en las tiras “El elegido” (Telefe) y “El Marginal” (TV Pública).

 

 

La jovencísima actriz realiza su debut sobre las tablas y brilla en su papel como también lo hace en la tira “100 días para enamorarse” (Telefe) que lidera el rating del prime time por la pantalla de Moure, trabaja en Undergorund, es modelo, estudia cine y es autora de la puesta “Corazónd elator” estrenada dentro del cilo Microteatro y de la experimental ¿Te importa si miro?” que puede verse los viernes en Eñl Grtito, con dirección de la talentosa Sofía Wilhelmi (“Clara”).

Télam conversó con las dos artistas en la sala B entre la inquietante escenografía de Gonzalo Córdoba Estevez y las butacas aún vacías.

¿Cómo surgió la idea de trabajar juntas?

Carla Moure: Pablo Culell fue el nexo. Conocía el trabajo de Corina y había flipado especialmente con “El principio de Arquímedes”, pero Pablo nos conectó: además de ser el socio de mi pareja, es mi amigo y un fanático del teatro, ya que le encanta como nicho. De todas maneras, él nunca había producido obras antes, aunque vive viendo piezas: puede acercarse a una gran sala sobre Corrientes, o caer en una función bien tarde en un espacio perdido para 15 espectadores.

Corina Fiorillo: Por eso tiene los actores que tiene trabajando en los programas de Underground y se juega por nombres como Claudio Rissi, Gustavo Pardi o Gerardo Otero.

¿Culell eligió a Maite Lanata para el rol de Jazmín?

C.M.: Fue una idea de los dos, pero él tiene un ojo especial para cazar talentos, detectar a gente que por ahí está estudiando y trabajando desde hace añares sin tener reconocimiento ni exposición mediática.

¿Cómo fue el proceso creativo?

C.F.: Nos costó mucho encontrar casita para la obra, es decir una sala para contar esta historia fuerte.

 

 

El riesgo de poner en escena una situación tan dolorosa es importante.

C.F.: Sí. Por eso resulta vital encontrar desde dónde se puede contar y ese lugar incide en la forma elegida para narrarlo. Entonces surgió la idea de contar con un actor (Sáenz) que se mueva por fuera de la trama y como él también es músico, apelamos a la sonoridad para el planteo. Los sonidos de un xilofón, de la guitarra y el del cajón peruano acompañan las acciones y se transforman en ritmos de cumbias o valsecitos.

C.M: Nadie niega que es una puesta dura, pero hay algo en los sentimientos de los tres personajes y en el modo en que circulan. Se narra en un tono realista, pero a la vez deja un espacio para las emociones y las sonoridades. El teatro puede tratar estos temas, sino parece que tienen al cine como destino exclusivo.

¿Es una historia real?

C.F.: Trabajamos a partir de noticias aparecidas en distintos lugares del mundo y con la puesta queremos dar testimonio de algo que sucede. En las redes circuló un hashtag: #Every90seconds (#cada90segundos) que se refiere a que un chico desaparece en un minuto. Todos somos responsables, al menos de decidir mirar o no mirar lo que puede estar ocurriendo. Investigamos un montón y los estudios afirman que los niños víctimas suelen estar muy cerca de su hogar cuando son capturados y en general alguna persona conocida o cercana a la familia puede resultar responsable del delito, y estos condimentos específicos son los que delatan la no mirada hacia el prójimo.

¿La idea es involucrar al espectador?

C.F.: Proponemos esa mirada: todos somos parte de esa realidad, aunque no seamos los artífices, porque integramos una sociedad donde esto ocurre. Tengo dos hijos de más de 20 años y trato de educarlos para que sean mejores que yo y puedan cuidar más al prójimo, o para que logren querer al otro de una forma más linda. El único tránsito interesante en la vida es que el escaloncito que dejás detrás tuyo resulte un poco mejor, no hay nada más: el resto son banalidades. En cada cosa que hago trato de dejar ‘un alguito que salve alguna miradita’, como dice el texto de “El vestidor” (la obra que tiene en La Plaza): “… con que haya alguno en la platea que yo transforme…”. Al fin de cuentas la vida (no me refiero sólo al arte) habla de la transformación y de la superación. Por eso tratamos de meter al espectador en la trama de modo tal que logre percibir, oler y experimentar una situación que puede estar pasando ahora muy cerca de aquí y lo contamos con poesía.

¿De qué lado queda la poesía?

C.F.: Reside en la mente de la niña, porque hagas lo que hagas a un chico, siempre de alguna manera él consigue escapar, es decir encontrar un resquicio donde establecer algún tipo de juego.

Funciona esta dupla de mujeres

CM: Claro! Pasa que el tema de ser actrices está bien instalado en lo teatral, pero ya si sos directora es otra cosa y ‘dramaturgaaaaa’ (marca la “a” final) ni te cuento.

C.F.: Estamos contentas con la tarea compartida. La realidad de las mujeres es que aún hoy en el mundo del teatro hay que seguirla luchando; parece increíble porque estamos hablando de un país que tiene a escritoras como Gambaro o a la Suárez (Patricia), sólo por nombrar algunas; es decir: hay grandes figuras en para ocupar los dos roles, pero no se trata tanto de la falta de personas para ejercer tal o cual empleo, sino de la falta de mirada que registre el quehacer de las mujeres.

 

(Télam)