Teatro por streaming: un modo de resistencia

Ante las medidas sanitarias dispuestas por el Gobierno Nacional las artes escénicas se ponen al servicio de la comunidad, reinventan su trabajo y ansían el próximo verdadero encuentro con el público.

Utilizar las plataformas digitales se convirtió en una alternativa poderosa. A causa del aislamiento social, preventivo y obligatorio, dispuesto en el Decreto de Necesidad y Urgencia 297/2020 para evitar la propagación del COVID-19, el formato streaming se volvió en un lenguaje de uso cotidiano para muchas personas y entidades que se mostraban resistentes a las redes sociales.

Las artes escénicas, que siempre investigan el uso de la tecnología como herramienta de producción y elemento expresivo, también apuestan a lo virtual. Su carácter de resistencia y la necesidad social de sostener la cuarentena obligatoria, las llevó a adaptarse: salas como Timbre 4 o El extranjero comenzaron a subir contenido a la web, a esa modalidad se sumaron el Teatro Nacional Cervantes (TNC) y El Complejo Teatral de Buenos Aires con los mejores espectáculos del año pasado.

Sin embargo, la iniciativa puso en jaque al teatro y lo enfrentó de cara con su propia génesis: un acontecimiento único de un hecho vivo y comunitario; en forma resumida. De hecho no quedaron muy lejos los cuestionamientos sobre el concepto de obra y espectador que disparó la performance El Público, de Mariano Pensotti estrenada en el último Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA). El film compuesto por once cortos y un atractivo traslado de la sala Leopoldo Lugones a la del Metropólitan Sura había iniciado un coqueteo entre los límites de cine y teatro. Pero ahora la cuestión es diferente; al desarrollar otro modo de distribución del contenido teatral aparece un nuevo público, el consumidor on-line, lo que obliga a preguntarse otra vez ¿Qué es el teatro? ¿Y qué vínculo tiene con el espectador?

Si bien no es la primer epidemia que el rubro atraviesa, es en este momento que la tecnología presenta un desvío. El Cervantes Online, canal de youtube del Teatro Nacional, inició el domingo 22/03 a las 18 horas con la transmisión en vivo de Teoría King Kong – Durmiendo con el enemigo, que dirigió Claudio Tolcachir y protagonizó Soledad Silveyra para el inicio de la temporada 2020. A 12 días de su primer lanzamiento virtual ya tiene 10.441 vistas, más de 7.500 usuarios suscritos, tres contenidos colgados con un total de 12.614 visualizaciones y, desde el área departamental audio visual, estiman que superaron los 60 mil dispositivos conectados con la plataforma.

Estos datos son cercanos al modo de consumo durante la cuarentena ya que el TNC se unió a la red social el 21 de marzo, día en en que se dispuso el aislamiento, mientras que Timbre 4 posee cuenta desde 2014. De todas formas no se puede afirmar que las estadísticas del único teatro nacional argentino son únicamente de consumidores virtuales. Puede ser que algunos ya vieron una o más obras en su tradicional formato. Aún así, es claro que el alcance de un espectáculo que se da en formato streaming es más que superior. Un elenco necesitaría miles de temporadas para poder llegar a un número similar, y quizás no lo lograría: “Desde el Teatro entendimos que se presentaba una oportunidad de distribuir nuestros contenidos y vimos que el canal de Cervantes Online nos proporcionaría la llegada de nuestro quehacer a miles de hogares”, comentó a Diario Vivo Rubén D’Audia, actual director general del TNC.

Resulta motivador considerar que las plataformas permiten acercar el teatro a nuevas personas, la información que se sube a internet trasciende cualquier frontera y modifica, indirectamente, la producción y el consumo. Los teatros públicos no buscan remuneración, siguen las indicaciones del Ministerio de Cultura de la Nación dispuestas para el aislamiento que busca frenar la propagación del coronavirus, pero el teatro independiente una vez más se ve obligado a sobrevivir. Es por eso que en la página oficial de Timbre 4 se dispuso el botón GORRA ON-LINE, para habilitar que los usuarios atrapados por la propuesta realicen un aporte voluntario y aclaran: “El 50% de lo recaudado será para la compañía y el otro 50% para teatro. Cualquier colaboración es vital para sostener nuestro trabajo”.

Todo espectáculo o actividad cultural que se realiza tiende a ser filmado debido a que las convocatorias de salas, presupuestos, o festivales suelen solicitarlo en sus formularios. La modalidad de registro audiovisual la incorporaron numerosas compañías y espacios culturales, lo que genera una enorme cantidad de archivo que ahora, durante la cuarentena obligatoria, resulta ideal para difundir el contenido artístico. El Cervantes, por ejemplo, postergó los estrenos de abril y mayo, y trabaja en sostener una programación web tan ambiciosa como su cartelera: “La programación de estos contenidos persigue los mismos objetivos con los que pensamos las temporadas 2021 y 2022: propuestas de calidad que amplíen los horizontes culturales y simbólicos de quienes puedan aproximarse a ellos. La variedad temática en esta coyuntura es un bien en sí mismo, se trata de programar de manera tal que cada quien se vea interpelado por las propuestas que el Cervantes ofrece, además claro está, de acompañar y entretener a nuestro público virtual”, explicó el nuevo director sobre el trabajo que realiza junto a con Sebastián Blutrach, coordinador del área de Programación y Producción.

Otro punto interesante en el modo de consumo es el hecho de que algunos contenidos, que se dan en el formato streaming, solo se pueden visualizar por 24 horas. Lo que se asemeja a respetar una función y a generar la idea de comunitario ya que, a partir del horario designado, los usuarios se loguean para ver teatro. Incluso el espectador, al igual que antes, posee el control para decidir cuándo dialoga con una obra y, si se conserva, hasta la puede mirar más de una vez o pausarla para ir al baño. Además existe un chat para activar y comentar o enviar emojis de aplausos. En cuanto a la producción, el teatro oficial cuenta con un subtitulado que, además de contener los diálogos, repone la información sonora de la obra, tarea que se realiza contra reloj con cada publicación para que todos puedan consumir los contenidos desde sus dispositivos electrónicos.

Hay programación, producción, modo de consumo, espectadores, entradas gratuitas y a la gorra, aplausos, pero ¿Hay teatro? En El público, de Pensotti, había una hipótesis sobre el concepto de espectador muy clara: la obra lo obligaba a asumirse como protagonista. No era nuevo que el público sea parte del acontecimiento escénico, porque eso ya está contemplado por las artes dramáticas, pero sí era revelador que se entienda y se pueda ver como protagonista, como involucrado en ese hecho artístico.

En las obras colgadas en plataformas on-line se encuentra resistencia, porque en cada una se devela el trabajo que hay por detrás y amplía su alcance en cuanto a contenido, pero no hay teatro. No mientras el espectador contempla desde su hogar y los elencos observan la cantidad de suscriptos o “me gustas” que tiene su trabajo sin vincularse de manera genuina. Y no habrá teatro hasta que las dos partes protagonistas que construyen ese hecho vivo e irrepetible estén en presencia juntos. Durante este tiempo solo queda anhelar ese posible nuevo encuentro por medio del streaming y disfrutar en casa de las atractivas propuestas.