Por ese palpitar

El nuevo documental de Agnès Varda y el artista callejero JR, “Visages, Villages” invita a un acercamiento entre los pueblos y sus habitantes a partir de una propuesta singular: fotografiarse entre habitantes y decorar la ciudad con sus gigantografías

Cohen Media Group se asoció con la cineasta belga, Agnès Varda, y el dinámico artista visual y callejero conocido como JR para realizar un nuevo documental, titulado “Visages, Villages” (2017), sobre las distintas posibilidades con las que cuenta la imagen visual, se captarse, reproducirse y circularse en la época actual.

“Yo tengo 33 años, y le dije: vos viste ya 88 primaveras” dice el artista JR cuando relata el encuentro con la cineasta, que es a la vez, un encuentro entre dos generaciones. La particularidad de “Visages, Villages”, gira en torno a la focalización sobre los rostros, y en la naturaleza de su propia confluencia, como artistas del detalle, y la búsqueda y confluencia de un lenguaje y expresiones comunes.

 

 

“A medida que mi vida avanza y se aproxima a su fin, me encuentro con más ganas de ver las caras y los rostros para filmarlos o fotografiarlos, me interesa mantenerlos en imágenes por si después ya no puedo tenerlos en mi memoria. JR, con su imaginación y talento, me ha dado la oportunidad de crear con él nuevas formas de compartir imágenes” había declarado Varda en 2015, cuando comenzó a trabajar con JR.

JR maneja una camioneta tipo traffic cuya caja está pintada con un lente, y en su totalidad, el rodado simula ser una cámara de fotos gigante. Así recorre los parajes de Francia y el resto del mundo, como si con ella pudiera guardar las imágenes que desde la cabina no llega a admirar.

Lo cierto es que también tienen dentro, la captura de las mil imágenes que recolectaron a lo largo de sus viajes, no por ellos, sino por los mismo habitantes de esos pueblos. Aquí es donde la simplicidad de la propuesta de “Visages, Villages” cobra sentido y significación.

 

 

Un cartero puede fotografiarse a cuerpo entero. Esa imagen es impresa a escalas enormes y luego emplazada en algún punto de la ciudad. Cualquier punto, cualquier soporte. La imagen conecta a sus habitantes entre ellos y su territorio, pero también entre ellos y a sí mismos. “Un cartero es importante para la villa”, expresa orgullo al contemplar el mural.

Una Agnés que aún se reconoce deseosa, joven y llena de vida, como si aún le faltara tanto por ver y mostrar, es retratada también, al estilo de sus clásicos documentales, a sí misma en el largometraje, así como todas las actividades que llevan adelante con JR. Se produce entonces una suerte de documental sobre sí mismos llevando adelante la acción, y entre líneas, fragmentos personales se deslizan como declaraciones de dos personas que en su hacer deshacen y rehacen.

“Es sorprendente” dice uno de los habitantes del lugar, bombero de profesión, al ver un muro con su cara y la de sus colegas extintores de incendios. “Y el arte está hecho para eso, para sorprender”.