Medio Oriente levanta la temperatura con las reformas de Arabia Saudita

La monarquía absoluta impulsa cambios tanto a nivel económico como social. Mariela Cuadro, especialista en Medio Oriente, explica de qué forma repercute esto en los países de la región.

Arabia Saudita vive, en estos días, un proceso de reformas como nunca antes ocurrió en el país petrolero. Mohámed bin Salmán, príncipe y primero en la línea sucesoria al trono, es el impulsor de los cambios, que abarcan a la economía de su país como también algunos hábitos en la vida diaria. Como ejemplo, puede mencionarse que a partir de 2018 las mujeres podrán manejar en Arabia Saudita. En Occidente puede llamar la atención, pero en términos culturales, representa un cambio de dimensiones en un país caracterizado por un conservadurismo extremo.

En relación a su política exterior, en las últimas semanas Arabia Saudita e Irán reflotaron una rivalidad de vieja data. La renuncia del primer ministro libanés, en territorio saudí, y el lanzamiento de un misil desde Yemen, por parte de milicias que responderían a Irán calentaron las relaciones diplomáticas, ya de por sí muy frágiles.

Mariela Cuadro, doctora en Relaciones Internacionales e investigadora del Departamento de Medio Oriente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata, dialogó con Diario Vivo sobre la situación en Arabia Saudita que, indefectiblemente, repercute en toda la región.

-¿De qué se tratan las reformas que están llevando adelante en Arabia Saudita?
-En Arabia Saudita se está discutiendo una sucesión que es muy importante, es un acontecimiento. Hasta el momento, incluido el rey que está en este momento, quien obtuvo el reinado fue siempre un hijo del fundador Abdulaziz bin Saúd. A partir de que asume el rey Salmán bin Abdulaziz, él nombra en la línea sucesoria por primera vez a un nieto del rey fundador.  Abdulaziz bin Saúd tuvo 54 hijos, con lo cual, cada uno tuvo un montón de otros hijos, entonces hay muchos príncipes, muchísimos. Lo que está marcado hace ya rato el rey Salmán es la clara intención de que sea su hijo, que no es el hijo mayor, quien lo suceda. Por lo tanto inicia una nueva línea sucesoria, y eso me parece que es lo importante destacar.

-¿Qué implica esto?
-En esta nueva línea sucesoria hay muchos príncipes que quedan afuera. Con lo cual es muy esperable que esto genere conflictos internos, básicamente por la sucesión. Por otro lado, quien es el príncipe heredero Mohámed bin Salmán, el hijo de Salmán, está intentando llevar adelante una serie de reformas fundamentalmente económicas, pero que precisa de reformas culturales. Las reformas económicas son básicamente una profundización de las políticas neoliberales en el reino. Eso implica, por ejemplo, la privatización de una parte de la empresa petrolera Aramco y que las mujeres comiencen a trabajar. Para relativizar todas estas reformas, por ejemplo, uno de los puntos está vinculado a mejorar los indicadores del sector turístico. Esto implica una apertura del país, entonces también necesita muchas reformas culturales. Arabia Saudita es un país bastante cerrado en el sentido que intentan conservar sus tradiciones y, en este sentido, son muy celosos de quién llega a su territorio, también en términos del arte, entonces no pueden existir conciertos musicales, toda una serie de cuestiones que para el sector turístico son necesarias, con lo cual son reformas muy profundas las que quiere realizar el príncipe heredero. Creo que es en ese marco de reformas profundas que necesariamente van a generar resistencia, tanto por esta cuestión sucesoria que como por parte de la elite religiosa, que también tiene un peso político muy importante en Arabia Saudita.

-¿Los cruces con Irán apuntan a desviar la atención para preparar el terreno para estas reformas internas?
-A mí me da la impresión de que toda esta escalada es un poco lo mismo de lo que sucedió con Qatar y la insistencia en la intervención en Yemen. Me parece que es todo parte de generar cohesión interna a través de generar focos de tensión externos. Porque de alguna manera se puede construir una idea de que el régimen está en peligro, y si el régimen está en peligro, se cohesiona el régimen atrás de quien sea. Si no se puede construir esa amenaza, bueno, ya se pone más en cuestión todo lo que quiere hacer Mohámed bin Salmán.

-¿Les conviene a Arabia Saudita ir a un conflicto armado con Irán?
-Me parece bastante difícil pensar en que se van enfrentar directamente, por lo menos en este momento. Ellos tienen varios campos de batalla en los cuales están enfrentados a través de lo que se llaman actores interpuestos. Un ejemplo es Siria, otro es Yemen, y en Bahrein uno podría leer algo así. Me parece complicado porque creo que a ninguno de los dos países le convendría un enfrentamiento directo en este momento. Creo que quien está tratando de aumentar las tensiones es Arabia Saudita, que responde más bien a una cuestión de política doméstica. 

-¿Cuáles son los intereses de Irán y Arabia Saudita en Yemen, un país sumergido en una gran pobreza?
-Sí, igual Yemen más allá de que es cierto que es uno de los países, si no el más pobre de Medio Oriente, en primer lugar mantiene una frontera muy larga con Arabia Saudita. El interés de Arabia Saudita pasa defender sus fronteras. Históricamente Arabia Saudita tuvo mucha presencia y mucha participación en la política interna de Yemen. Por otro lado es muy importante porque por el puerto de Adén, que está en el ingreso al Mar Rojo, pasa todo lo que es el comercio en barco desde Asia a Europa. Con lo cual el puerto de Adén y Yemen están en una posición muy estratégica. Por otro lado no están todos los analistas de acuerdo en el hecho de que la tribu de los hutíes, que está luchando contra el gobierno de Yemen, esté efectivamente apoyada por Irán en términos militares, por ejemplo. Existe apoyo logístico, humanitario, pero hay analistas que mantienen que no hay pruebas de que existe ese apoyo. Yo partiría de la idea que sí, pero me parece que pasa por mantener de alguna maner,a por parte de Irán, en disputa el territorio de Yemen y no regalárselo, digamos, a Arabia Saudita. Entre estos dos países hay una disputa por la hegemonía regional, que viene desde el año 1979, el año de la revolución islámica.

-Se conoce el papel de Rusia en Siria. ¿En este conflicto Moscú está involucrado o lo mira de afuera?
-No hay señales claras, porque a Moscú no le conviene ponerse del lado de ninguno de los dos. Irán es un gran aliado de Rusia en todo el conflicto en Siria, donde Rusia ha demostrado que tiene un interés profundo en que permanezca Bashar al-Ásad, o que por lo menos no gobierne alguien que sea enemigo de Rusia. Por otro lado tiene muchos vínculos con Arabia Saudita sobre todo en la mantención del precio del petróleo. Desde el 2015 que el precio del petróleo empezó a estar en caída . Esta caída del precio del petróleo se explica por el aumento de la producción por parte de Estados Unidos a través de la técnica del fracking. Es decir, para conservar su mercado, lo que hace es bajar el precio del petróleo a nivel mundial. Ahora, que bajen los precios de la energía a nivel mundial es algo que a Rusia, que es exportador de energía, le resulta totalmente perjudicial. Entonces, una de las cuestiones que pudieron lograr en noviembre de 2016, en una reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, pudieron terminar de consensuar que no se aumente tanto la producción de modo que suba un poco el precio. Rusia no se va a enemistar con Arabia Saudita, porque teme que le abarate otra vez el petróleo. Y creo que tampoco le conviene enemistarse con Irán, entonces creo que va a tratar, como lo hizo hasta ahora en el caso de Qatar, de mediar para que esto no pase a mayores.

¿Irán es el país perjudicado en todo este entramado?
-Irán es el menos favorecido desde el momento en que está en una posición, que es el mano de la película. La forma en que se lo construye discursivamente no es nuevo, sino que viene de hace muchos años, como aquel país que está poniendo en jaque de alguna manera la estabilidad de Medio Oriente. Es cierto que si uno tuviera que decir quién está peor parado, si Arabia Saudita o Irán, en este momento y hace ya bastante tiempo es Irán, pero justamente me parece que está peor parado por una cuestión de que se lo construye como la amenaza. En cambio Arabia Saudita, por las vinculaciones que tiene con Estados Unidos, y con Israel también en términos regionales, se lo protege bastante. De hecho, lo que sucedió con la renuncia del primer ministro libanés, por un medio de comunicación de Arabia Saudita, echándole la culpa a Irán, y sorteando todos los pasos protocolares para que un primer ministro renuncie, sí, hay una idea de construir a Irán como el enemigo del mundo, pero tampoco hay que ponerlo como si fuera un país que no hace nada.

¿De qué forma?
-Interfiere como interfieren todos los países en los países regionales. Irán interviene en la política de Irak, de Líbano, intervienen en la política de Siria, hasta hace no muchos años en la política de Palestina o de los territorios ocupados, intervienen de alguna manera en Yemen. Tampoco hay que irse para el otro lado y decir “pobre Irán”, que es un Estado que tiene intereses económicos, intereses de hegemonía, etcétera. Lo que pasa es que enfrente realmente tiene un Estado que es muy poderoso en términos de que está muy defendido, muy protegido de las críticas en líneas generales.

-¿Qué se puede esperar ahora de esta cruce?
-No está ninguno de los dos países tan fortalecido para que esto se intensifique demasiado. Arabia Saudita me parece que no está en una situación para profundizar, a no ser que continúe en la idea de profundizar el conflicto externo para facilitar la sucesión.Un enfrentamiento entre ambos países sería muy grave.