La última es la vencida

Luego del estreno del largomettraje: “Pepo, la última oportunidad”, el cantante Pepo, popular exponente de la movida tropical, reflexionó sobre la mirada predominante que existe sobre la cumbia villera

El cantante Pepo, popular exponente de la movida tropical, reflexionó sobre la mirada predominante que existe sobre la cumbia villera y afirmó que es necesario “desestigmatizar” esa forma musical ya que no necesariamente constituye una apología de la droga ni del delito; y señaló que él, por el contrario, intenta presentar a los protagonistas de esas historias “como víctimas y no como héroes”.

 

 

A propósito del reciente estreno de la película “Pepo. La última oportunidad”, que retrata su historia personal, desde su tránsito por las drogas, la cárcel, hasta su exitoso presente musical, el cantante –en diálogo con Télam- aprovechó para ofrecer una mirada crítica sobre las visiones generalizadas que existen sobre la cumbia y sus variantes estilísticas.

“No estoy seguro que mi música tenga cambios importantes sobre otros artistas que trabajan en el género. No quiero ponerme en ese lugar. Es cierto que hay un interés por las temáticas sociales quizá mayor que en otros casos, pero no mucho más”, aseguró Pepo interpelado sobre las razones musicales de la atención masiva que hoy despierta.

“Sí puedo decir que en mi caso esquivamos cantarle al delito y a la droga; y no es, por supuesto, porque no haya gente que nos escuche que no consuma o no delinca; lo esquivo porque es una época jodida. Hay que desestigmatizar a la cumbia villera. La cumbia villera no es ni puede ser algo que sólo le habla al delito y a la droga”, puntualizó.

Sobre la esencia de esa modalidad de la cumbia, cuya expresión cobró forma a fines de los años ’90, Pepo se atrevió a analizar sus fundamentos.

 

 

“Es una música que habla sobre cosas que le pueden pasar a cualquiera. A vos, a mí. Cuestiones cotidianas. Puede hablar de la violencia doméstica, de la violencia de género, de los miles de pibes que no tienen igualdad de oportunidades, de la vida de la marginación. Claro que no ubicándolos en el rol de héroes, sino en el rol de víctimas, que es lo que son”, aseguró.

En ese punto, el cantante, cuyo nombre real es Rubén Darío Castiñeiras, entendió que la película que acaba de estrenar “Pepo, la última oportunidad”, dirigida por Cristian Jure y Juan Irigoyen, tiene algún valor.

“El propósito no es ganar un Oscar, pero por ahí si sacar a algún pibe de la marginalidad”, sintetizó.

La cinta, que trabaja en el registro de la docu-ficción y que ya fue estrenada en el Festival de Cine de Mar del Plata, retrata el éxito inicial de Pepo con el grupo Los Gedes, con Pablo Lescano como productor, en los 2000; y luego su vida de robos y adicciones; los seis años y dos meses que vivió en la cárcel y su retorno a los escenarios.

“El propósito de esta película es contar que hay un pibe que ocho años atrás estaba revolviendo la basura en la esquina de la cancha de San Lorenzo buscando algo con que drogarse y hoy está acá hablando de una película. Ese es el propósito”, lanzó Pepo, directo.

 

“Hay un mensaje que se puede salir poniéndole garra. Que para eso es necesario encontrar o reencontrar aquellas cosas que te hacía disfrutar, por más chiquitas que fueran, y que uno dejó de hacer porque lo único que quería en un momento era drogarse. En mi caso esas cosas eran cosas sencillas como ir a la cancha con mi viejo”, señaló.

“¿Cuál fue el rol de la música es mi recuperación? Bueno, (hace un largo silencio). La música fue lo que me calmó, lo que me ayudó a soltar culpas, lo que me hizo cambiar pensamientos”, sintetizó.

“De a poco volví a tomarle el gusto a la música; muy de a poco fui volviendo a componer. Y ahora venimos de grabar el tercer disco con temas compuestos cuando estaba en la cárcel”, destacó.

Consultado sobre el estilo narrativo de la película y el riesgo de presentar una historia idealizada sobre la superación personal, Pepo concluyó: “La película, más allá del gusto de cada uno, tiene un mensaje. No te trata de vender nada. Es una historia íntima, que muestra lo bueno y lo malo. Y agradezco poderla haber hecho en vida. Porque estas cosas se hacen cuando alguien se muere y yo por suerte estoy acá y la puedo contar”.

 

 

(Télam)