Hitler todavía es ciudadano de honor en una ciudad austríaca

En el municipio de Wolfsberg, el líder nazi fue homenajeado hace 87 años, pero recién ahora comprobaron que el reconocimiento nunca había sido retirado.

En la localidad austriaca de Reisberg, hace 87 años, Hitler fue homenajeado con el título de “ciudadano de honor” y hasta ahora, eso no cambió. La ciudad, de unos 25.000 habitantes y que ahora pertenece al municipio de Wolfsberg, recién ahora pasará a retirar el homenaje.

“Sabía, naturalmente, que Hitler tenía la ciudadanía de honor”, dijo el alcalde de la localidad, el socialdemócrata Hans-Peter Schlagholz, al diario regional Unterkärntner Nachrichten. “Lo que no sabía es que nunca se le había revocado”, agregó el funcionario. El reconocimiento a Hitler por parte de esta ciudad, en junio de 1932, fue uno de los primeros que recibió el líder nazi. “Dimos por sentado que el homenaje quedó anulado con la muerte de Hitler”, explicó Schlagholz.

Después de comprobar que el título honorífico nunca le fue retirado al dictador y genocida, finalmente este viernes, el ayuntamiento procederá a retirar, este viernes, el reconocimiento otorgado hace 87 años. El trámite será conforme a la norma de la ciudad, que dispone que “si el condecorado demuestra ser indigno de la distinción” este podrá ser retirada. La medida surge luego de que, en 2012, se creara una comisión de historiadores que, entre otras cosas, cambió el nombre de algunas calles de la ciudad.

Otra ciudad austríaca, Völkermarkt, del estado de Carintia, también figura entre las localidades que en el pasado le otorgaron a Hitler el título de “ciudadano de honor”. Pero, ante la consulta de medios locales, no pudieron confirmar que este reconocimiento haya sido retirado.

Este año, y después de una larga discusión, también se definió el futuro de la casa en la cual Hitler vivió en sus primeros días de vida. La vivienda, en la ciudad de Braunau am Inn, en la frontera con Alemania, finalmente se convertirá en una estación de policía. Previo a esta decisión, hasta la década del setenta el lugar era una destino del turismo de extrema derecha, hasta que el gobierno austríaco primero lo alquiló y, finalmente, lo expropió.