El día de las máquinas

Una pérformance robótica invade el Cultural San Martín con un espectáculo ambientado en un presente apocalítico y cyborg. Se podrá ver hasta el domingo

“Inferno”, una performance robótica de los artistas canadienses Bill Vorn y Louis-Philippe Demers, encendió anoche el Cultural San Martín para celebrar un ritual apocalíptico, a partir de máquinas instaladas en el cuerpo de doce espectadores que construyen una inquietante coreografía de movimientos controlados que hará funciones hasta el domingo.

Una fila de espectadores aguardaba ayer para ingresar a la sala A pero la puerta entreabierta permitía espiar a los participantes reunidos con los hacedores del show mientras recibían directivas para convertirse en robots/performers.

 

 

La música, las luces, el humo y los movimientos mecánicos de los participantes distribuidos en tres filas de cuatro integrantes cada una marcaron el poderoso inicio del espectáculo, con mucho de festejo electrónico. Mientras tanto, el resto del público permanecía parado o deambulaba tan cerca de los perfomers como de la consola donde los demiurgos canadienses movían los hilos digitales de esas marionetas humanas vestidas con exoesqueletos accionados por aire comprimidos, como caparazones sobre sus cuerpos.

Un viaje al futuro conjugado en presente, donde cada pasajero cumple su rol puede sintetizar el espíritu de la propuesta, una inquietante tecno representación inspirada en los anillos del “infierno” del gran autor italiano Dante Alighieri que llega al país como cierre del festival Noviembre Electrónico, muestra de artes multimedia y vanguardia del San Martín.
“Inferno”, antes que nada es una experiencia que exige otra conducta por parte del público, diferente a la de expectación tradicional.

La creación dotada de imponente sonido, admite participantes con celular en mano para su registro, espectadores bailando y ovaciones al compás de los sones hipnóticos para que se instale una fusión hombre-máquina donde los perfomers pierden capacidad de autonomía y se agasajan los gestos automatizados.

 

 

Louis-Philippe Demers y Bill Vorn trabajan juntos en distintos proyectos de arte robótico desde 1992. A nivel individual, Demers creó y produjo instalaciones robotizadas a gran escala, y realizó más de 350 máquinas para teatro, ópera, subtes, museos y ferias.
Vorn, por su parte, tiene una vasta trayectoria en la estética de los Comportamientos Artificiales y genera proyectos de instalación y rendimiento relacionados con robótica y control de movimiento.

Máquinas antropomórficas, exoesqueletos sobre los cuerpos de los “voluntarios”, más la reiteración de secuencias de movimientos construyen un concepto estético impactante, una geografía donde los pecados tecnológicos cometidos en nombre del progreso son condenados a cierta reiteración de acuciante belleza.

La performance, de todos modos, entrega escenas donde los participantes más allá de sus corazas con mucho de aquellas capaces de eternizar a personajes de ficción como Iron Man o Robocop, lucen como mariposas de metal en danza tribal pero sincronizada.

De todos modos, la poesía de lo humano tan cercana a la falla se deja filtrar en la puesta, a través de una sonrisa, una boca que masca chicle, o una cabeza dispuesta a agitarse más de la cuenta, casi viñetas de la eterna pelea entre subjetividad y subordinación a la máquina.

Estos gestos quizás resulten solo “una gentileza de la casa”, es decir de las máquinas que controlan la dinámica onírica del “Inferno” tan encantador como inquietante, que recuerda a los participantes de la travesía que el futuro llegó hace rato.

“Inferno” realizará funciones hoy, mañana y el domingo a las 19 y 21 en la sala A de El Cultural San Martín, Sarmiento 1551. Para participar del espectáculo las personas deben presentarse 30 minutos antes de la función, que serán seleccionados por orden de llegada.

 

 

(Con información de Télam)