Durante la pandemia, el Malba adquirió nuevas obras por 25 millones de dólares

Entre las nuevas adquisiciones hay obras de Wifredo Lam y Remedios Varo; el museo del empresario Eduardo Costantini cumple, el mes que viene, 20 años.

Mientras la pandemia significó para muchos museos un momento de parálisis o restricción en la expansión de su acervo, para el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) representó una posibilidad de engrosar su colección a partir de la incorporación de 21 obras, adquiridas tras una inversión total de 25 millones de dólares por el empresario Eduardo Costantini, fundador del espacio que el mes próximo celebrará los 20 años de su creación.

Las apuestas mayores de este nuevo ciclo de incorporaciones que el Malba concretó desde mediados del año pasado son “Omi Obini” (1943), del artista cubano Wifredo Lam y y “Armonía (Autorretrato sugerente)” (1956), de la española exiliada en México, Remedios Varo. Ambas fueron adquiridas por Costantini en el marco de la primera subasta “livestream” de Sothebys, que se organizó en junio 2020, la primera por U$D $9.6 millones y la segunda por U$D 6.2 millones.

De esta manera, Costantini también logró reunir las obras maestras que donó para la fundación del Malba y hoy son una marca del museo como las pinturas de Frida Khalo, Diego Rivera, Xul Solar, Tarsila do Amaral y Antonio Berni, entre muchos otros.

En la misma subasta, el empresario y fundador de Nordelta también compró “Autorretrato” (1951) de la poeta y pintora surrealista Alice Rahon y “Paisaje cubano” (1943) de Mario Carreño, figura de la vanguardia cubana junto a Lam, dos artistas que reimaginaron las innovaciones pictóricas modernas para representar la cultura de su propia tierra.

“Armonía (Autorretrato sugerente)” (1956), de Remedios Varo, es una de las obras adquiridas por Costantini en la primera subasta “livestream” de Sothebys.

“Es muy difícil que aparezcan en el mercado este tipo de obras superlativas y cuando lo hacen, intento comprarlas porque pueden pasar cincuenta años hasta volver a verlas”, explica en un comunicado Costantini, que sostiene una política consistente de coleccionismo desde hace cincuenta años.

“Con foco en el arte moderno latinoamericano, mi objetivo siempre fue reunir las mejores piezas del mejor período de los artistas centrales de la región”, sintetiza. Las obras surgen de una búsqueda y estudio sistemático, y de múltiples procedencias: subastas, galerías, colecciones privadas y de los propios artistas y sus familiares.

Luego de esa operación, llegaron otras que también engrosarán el patrimonio artístico del fundador del Malba, esta vez centradas en la modernidad brasileña: la pintura “Urso” (1925) de Vicente do Rego Monteiro y la escultura “Tocadora de banjo” (1925), de Victor Brecheret. Ambos artistas participaron en la Semana de Arte Moderno, realizada en el Teatro Municipal de São Paulo en febrero de 1922. De formas sintéticas, Urso de Rego Monteiro muestra tanto el “estado de espíritu nacional” como el impulso hacia el “arte nuevo”.

También de Brasil se destacan entre las últimas adquisiciones piezas de Rubens Gerchman, “Elevador social” (1966), y de Antonio Dias, “Maquete para o meu espelho” 1964) y tres obras del poeta concreto Augusto de Campos: “Ojo por ojo”, “SS” y “El anti-ruido” creadas en 1964 y parte de la serie de los popcretos (1964-65).

También Alejandro Otero es otra de las figuras que se suma a la Colección Costantini con dos obras de su serie “Coloritmos”, realizada entre 1955 y 1966, en tanto que completa el grupo de estas adquisiciones, piezas de Alipio Jaramillo, Carlos Mérida, Rafael Barradas -con la obra “Café” (1918) que formará parte de la exposición “Hombre flecha” a inaugurarse el 21 de septiembre en Malba-, además de los argentinos Aída Carballo, “El eros cultural” (1980), y Facundo de Zuviría con su icónica “Siesta argentina” (2001-2003), que también es parte de la Colección de MoMA.

La mayoría de estas adquisiciones estaban en colecciones privadas, fuera del circuito y no se exhibían públicamente desde hace más de 30 años. Sin embargo, a partir de esta incorporación se abre la posibilidad de exhibir estas obras en Buenos Aires y de concretar préstamos a otras instituciones internacionales.

Esta activa política de coleccionismo por parte de Costantini está alineada a un proyecto de inversión social como el Malba, que a la fecha demandó un presupuesto de más de U$S 300 millones, un compromiso a largo plazo que transformó la vida cultural de Buenos Aires y el próximo 21 de septiembre celebra sus 20 años.

(Télam)