Cuatro fragmentos de las columnas de Fernando Peña en el diario Crítica

Hoy se cumplen 11 años de la muerte del conductor y actor, creador de de “criaturas” como Dick Alfredo y Milagros Dolores Guadalupe López López.

Hoy se cumplen 11 años de la muerte del creador de personajes inolvidables de la radio, de uno de los provocadores más interesantes del espectáculo argentino y de un artista que recorrió todos los medios: el teatro, la televisión, el cine y, también, la prensa gráfica. Porque además de ser el autor de “criaturas” como Dick Alfredo, Milagros Dolores Guadalupe López López o Martín Revoira Lynch, Fernando Peña también escribió, durante los dos años de vida del diario Crítica -fundado por Jorge Lanata- columnas que luego fueron recopiladas en el libro A que no te animás a leer esto.

A continuación, cuatro fragmentos de estas columnas en las que se reflejan apenas fragmentos de una figura creativa inabarcable como Fernando Peña:

El espejo del bañito

A veces me encandilan las tarjetas de crédito que sacan para pagar, son doradas, anaranjadas, fosforescentes, negras…hasta los habanos no solo no me molestan sino que me gustan. Solamente en los hoteles cinco estrellas las mosquettes, artículo delicado y difícil  que sea bonito, son espléndidas, mullid.as No se manchan. Son imperiales. Solamente en los hoteles cinco estrella me dan ganas de desayunar huevos revueltos con panceta. En los hoteles cinco estrellas hablo mejor en inglés. En los hoteles cinco estrellas soy mas simpático y más amable. Les explico a los turistas de qué se trata la ciudad, me trato con gente diferente y hago cosas diferentes.

Quiero un buen mozo o un rivotril

Hay varios rubros en los que no tolero la falta de pasión. Por ejemplo, no me gustan los pochocleros, ni los taxistas, ni los lustrabotas desapasionados. La tremenda cara de culo con la que uno tiene que lidiar es soberanamente intimidadora e incómoda. Los o las recepcionistas también son una raza delicada. Otras de las señales que identifica un trabajador desapasionado, es que no puede hacer dos cosas a la vez: el hacer dos cosas o más a la vez habla de una ansiedad, de un acelere, de una sangre y una energía de querer estar en todo a todo momento. Me encanta cuando la empleada que está al lado de la que me atiende se mete para interrumpir a la inútil que me toco y le dice: “Tenés que apretar F5 y después asterisco y numeral de cliente en mayúsculas para que te de el cambio de dirección…”.

Pensé una estupidez

Antes de dormirnos, en algunas ocasiones la mete ronda y bucea entre la nada y el todo, en el etcétera, a veces inmaduramente, irresponsablemente, de manera perversa, imaginando crueldades, locuras y combinaciones estrafalarias. Yo por ejemplo me he imaginado a Hitler en su despacho dándole bomba a Perón, a Greta Garbo y a Merlene Dietrich a tijera pura, a Gabi, Fofo y Miliki robando un banco a punta de pistola y a Nelson Castro en pedo tirado en una habitación mugrienta de un hotel dos estrellas, con las Trillizas de Oro”.

Sobre discos y libros

El tema de hoy es la hipocresía, la cobardía, la porquería y el cholulismo de algunos. El día siguiente a una fiesta, por lo general, uno llama a los amigos más íntimos que también fueron y chusmetea sobre absolutamente todo: la música, la comida, la ropa, etc… Llamé a Federico y cotorreamos bastante sobre la noche anterior. Y en eso Federico me pregunta: “¿Che a ustedes no les gritaron nada cuando iban caminando desde el estacionamiento a la fiesta?”. Casi todos habíamos dejado los autos en la misma playa, a unas cuadras de la casa. A Federico y a un grupo de amigos les habían gritado de todo en el trayecto. “putos de mierda, maricones, trolos, payasos, ridículos y demás guarangadas que no me asustan por las palabras en sí sino por la falta de respeto y tolerancia a lo diferente. En la Argentina todavía está prohibido divertirse, usar ropa excéntrica y andar por la calle como uno siente. Parece que a algunos les quedó un resabio y un residuo de la época militar, o tal vez es el patético machismo de siempre”.