Cuarto creciente

El próximo jueves se estrena el nuevo espectáculo del Cirque du Soleil “Amaluna”, la sensibilidad y la potencia del rock, como excusas para el mejor circo del mundo

La exitosa compañía canadiense de entretenimiento Cirque du Soleil comenzará este jueves, en Buenos Aires, una serie de presentaciones de su nuevo espectáculo “Amaluna”, que trae otra vez la magia del circo bajo nuevas formas con sus reconocidos acróbatas, en este caso acompañados por una banda de rock.

“Mi trabajo es liderar a la banda, miro lo que hacen los acróbatas e introduzco a la banda para musicalizar el momento y eso marca los distintos trucos que hacen. Como una directora de orquesta, pero de una banda de rock”, dijo la guitarrista Rachel Wood, en diálogo con Télam, para expresar la nueva fusión de orquestación y clímax, que propone ahora el Soleil desde una veta rock.

 

 

La compañía se presentará en una carpa azul y amarilla, con capacidad para 2500 personas, que fue levantada el 8 de marzo pasado en la ex ciudad deportiva de Boca en la Costanera Sur (España 2230).

“Amaluna”, producción número 33 de la megaempresa canadiense que gira por el mundo simultáneamente con distintos elencos y espectáculos, está escrita y dirigida por la ganadora del Premio Tony Diane Paulus y, en Argentina, se estrenó en Rosario, para luego desembarcar en la ciudad de Buenos Aires, en una gira que concluirá en Córdoba en abril.

El espectáculo, a cargo de la celebrada directora, es una suerte de tributo al trabajo y a la voz de las mujeres, ya que la trama gira en torno de los avatares de la población de una misteriosa isla gobernada por diosas y regida por los ciclos de la luna.

Paulus fue nombrada como una de las personas mas influyentes de 2014 por la revista Times y en relación a la obra afirmó: “No quería crear un show de ‘agenda para las mujeres’, quería crear uno centrado en las mujeres, con una historia oculta que las presentara como heroínas”.

 

 

En “Amaluna”, una tormenta causada por la soberana del lugar genera que un grupo de jóvenes desembarque allí para desencadenar una historia épica de amor entre la hija de la reina y un valiente pretendiente, aunque su cariño será sometido a diversas pruebas antes de lograr la confianza mutua.

El título del show resulta una fusión de las palabras “ama” que se refiere a “madre” en varios idiomas y “luna”, símbolo de la feminidad que evoca tanto a la relación madre-hija como a la idea de protectora del planeta, pero es también el nombre del paraje donde se desarrolla la historia.

Por primera vez en la historia del Cirque, la banda musical está compuesta sólo por mujeres y el elenco de la puesta está integrado en su mayoría por ellas. “Yo soy la líder de la banda, estoy a cargo de que la composición funcione. A veces meto arreglos. Hay una chelista que canta, dos guitarras, una bajista y una baterista, eso le da ese sonido de rock”, comentó Wood, mientras dos acróbatas saltaban a su espalda y otros dos elongaban tras ensayar sobre el escenario, dos días antes del estreno porteño.

“Creo que el rock es la música adecuada para este tipo de shows, le da mucha energía”, afirmó la guitarrista británica, quien sostuvo que “esta es una producción mucho más grande que los circos que estoy acostumbrada a ver en Reino Unido”. Wood explicó durante los ensayos suele hablar varias veces con el director artístico para coordinar los trucos y la música que llevarán adelante, por lo cual su trabajo va más allá del meramente musical.

 

 

“Soy una guitarrista de rock y blues y hago este tipo de música. He tocado en bandas, pero por el momento no tengo tiempo. Creo que prefiero este tipo de trabajo porque trabajar con acróbatas es más excitante que hacerlo en solitario”, comentó la música.

El año pasado, el universo Soda Stereo, de una enorme significancia para dos o tres generaciones de latinoamericanos, entró en una nueva dimensión de la mano del Cirque Du Soleil con su espectáculo “Sép7imo Día (no descansaré)” con un total de 70 funciones en el Luna Park.

En tanto que en 2016 la puesta “Kooza” representaba una historia rodante, de itinerario poético, para regresar a la complicidad del juego, sostenido en las acrobacias y la entrega de los payasos, más allá del andamiaje técnico tradicional del grupo, en la típica carpa azul y amarilla de Costanera Sur.