Adiós a Pujía, el maestro de la cera

El escultor Antonio Pujía falleció el último sábado por la tarde a los 88 años y fue enterrado ayer en el Jardín de Paz, informó su círculo familiar a través de la red social Facebook.

“Queridos amigos, hoy me dirijo a ustedes para comunicarles una triste noticia. Antonio falleció esta tarde”, escribió su hijo Sandro Pujía en referencia al último sábado en la red social, donde desde entonces los seguidores, alumnos y colegas, comparten sus condolencias, muestras de cariño y fotografías en las que están junto a su “maestro”.

Pujia era considerado un referente local de la encáustica, una técnica ancestral que aglutinaba la cera de abejas, aplicada a la la realización de la escultura.

 

Obra: Persona vacía y llena que se desplaza

 

Nacido en 1929 en Italia pero instalado en la Argentina desde los siete, Pujía se dedicó a la escultura desde los 14 años y estudió en la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.

Entre 1956 y 1970 estuvo a cargo del taller de escultura escenográfica del Teatro Colón y en el medio, en 1965, tuvo su primera exposición en la galería Witcomb, una de las primeras de Buenos Aires.

Ya completamente definido y animado por el gran éxito de su primer muestra individual se embarca en una producción ininterrumpida (sin dejar su tarea docente ni el taller del Colón) que desemboca en su segundo gran éxito: Biafra.

En el año 1970 y profundamente dolorido por el notable impacto que le producen las imágenes de la prensa sobre la desvastación de un nuevo país en el continente Africano, produce lo que seria su primer gran compromiso social. La exposición descarnada de la destrucción del hombre por el hombre.

Esta exposición, inaugurada en Julio de 1971 en la Galería Esmeralda provoca los mas grandes elogios por parte de la prensa especializada y del publico asistente.

 

Obra: Amor y flores. Las parejas y el amor, como un tema recurrente en la obra de Pujía.

 

A partir de ahí expuso sus obras en numerosos museos y galerías del país y también del exterior y recibió muchas distinciones como el Primer Premio en el Salón Nacional de Artes Plásticas Manuel Belgrano y en el Fondo Nacional de las Artes “Augusto Palanza” o la Bienal Alberto Lagos.

Entre sus obras más destacadas, figuran la obra “Pareja de bañistas” y las series “Los niños de Biafra” (1970) en la que se inspira en las famosas imágenes de niños desnutridos de ese país y toma posición social frente a la devastación, y “Martín Fierro”, también de la misma época, en las cuales vuelve a reflejar la miseria de la destrucción junto a su pasión por la Argentina.

Como testimonio de su compromiso, en 2016 impulsó la iniciativa de refundar la Escuela de la Cárcova, un ícono de educación del arte a nivel estatal que fue ejemplo y sinónimo de prestigio en todo el mundo y que, tras un proceso de vaciamiento en los 90, cerró sus puertas definitivamente como institución educativa de grado en los primeros años del 2000.

Mirá la galería completa de sus obras, acá.

 

(Con información de Télam)