4 poemas de Louise Glück, la ganadora del Premio Nobel de Literatura

La escritora estadounidense tiene una reconocida trayectoria y hoy se convirtió en la décimo sexta mujer en obtener el reconocimiento de la Academia Sueca en el ámbito de las letras.

Louise Glück se convirtió en la décimo sexta mujer en obtener un Premio Nobel de Literatura. La poeta ganadora del premio entregado por la Academia Sueca cuenta con una reconocida trayectoria.

Glück, que hizo su debut literario en 1968 con la obra Firstborn, ya había sido distinguida con el premio Pulitzer en 1993 por su colección The Wild Iris.

Nacida Glück nació en Nueva York en 1943, Glück incorpora a sus poemas elementos de la tragedia griega y se zambulle sobre temas que, según ha dicho, la conmueven, como la maternidad y la familia. Pero son solo algunos de los temas que se hallan en su obra.

A continuación, 4 poemas para introducirse en la poesia de Glück:

Amante de las flores

En nuestra familia, todos aman las flores.
Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas:
sin flores, sólo herméticas fincas de hierba
con placas de granito en el centro:
las inscripciones suaves, la leve hondura de las letras
llena de mugre algunas veces…
Para limpiarlas, hay que usar el pañuelo.

Pero en mi hermana, la cosa es distinta:
una obsesión. Los domingos se sienta en el porche de mi madre
a leer catálogos. Cada otoño, siembra bulbos junto a los escalones de
ladrillo.
Cada primavera, espera las flores.
Nadie discute por los gastos. Se sobreentiende
que es mi madre quien paga; después de todo,
es su jardín y cada flor
es para mi padre. Ambas ven
la casa como su auténtica tumba.

No todo prospera en Long Island.
El verano es, a veces, muy caluroso,
Así murieron las amapolas, en un día tan sólo,
eran tan frágiles…

El dilema de Telémaco

Nunca me decido
sobre qué poner
en la tumba de mis padres. Sé
lo que él quiere: él quiere
‘amado’, lo que ciertamente resulta
muy exacto, sobre todo
si contamos a todas esas
mujeres. Pero
eso dejaría a mi madre
en la intemperie. Ella me dice
que en realidad no le importa
lo más mínimo; ella prefiere
ser descrita
por sus logros. No tendría yo mucho
tacto si les recordara
que uno
no honra a sus muertos
perpetuando sus vanidades, sus
auto-proyecciones.
Mi propio criterio me recomienda
exactitud sin
palabrería; son
mis padres y, en consecuencia,
los visualizo juntos,
a veces me inclino por
‘marido y mujer, a veces por
fuerzas contrarias’.

Mañana lluviosa

No amas el mundo.
Si amaras el mundo habría
imágenes en tus poemas.

John ama el mundo. Tiene
un lema: no juzgues
si no quieres ser juzgado. No

discutas este punto
con la teoría de que no es posible
amar lo que uno renuncia
a comprender: renunciar

al discurso no significa
suprimir la percepción.

Fíjate en John, fuera en el mundo,
corriendo incluso en un día miserable
como hoy. Que
elijas no mojarte se parece a la patética
preferencia del gato por cazar aves muertas: completamente

consistente con tus dóciles temas espirituales,
el otoño, la pérdida, la oscuridad, etc.

Todos podemos escribir sobre el sufrimiento
con los ojos cerrados. Deberías mostrarle a la gente
algo más de ti misma; mostrarles tu clandestina
pasión por la carne roja.

La mariposa

Mira, una mariposa. ¿Pediste un deseo?
Uno no pide deseos a las mariposas.
Tú hazlo. ¿Pediste uno?
Sí.
Pues no cuenta.